Un teatro de seguridad en el contexto sanitario
- Carlos Marcheschi
- 2 abr
- 4 Min. de lectura

Luego de 25 años de publicado “Errar es humano”, el daño agregado por la atención médica sigue siendo muy alto en todo el mundo.
El cuerpo de conocimientos ha progresado hacia la gestión de seguridad proactiva, un enfoque que permite anticiparse a la producción del incidente crítico de seguridad más relevante antes que suceda por primera vez.. (Seguridad de sistemas o Seguridad 3.0)
No obstante, y como sucede en casi toda la medicina, la implementación de la evidencia y el conocimiento no llega en tiempo y forma adecuada a la primera línea de atención donde se encuentra el paciente.
La seguridad del paciente y del personal de salud en los entornos de trabajo son conceptos sin sustancia tangible, muchas veces solo conceptos declarativos.
Conocemos más, pero no se utiliza ni aplica en la realidad cotidiana.
Hay una “percepción del riesgo” disminuida, sesgada, minimizada.

Cadena de Cultura de Inseguridad (Carlos Marcheschi)
En un sistema de atención médica inseguro, hay una cadena de pensamientos y acciones que se suceden como un proceso que explica el origen del problema en la percepción del riesgo como elemento clave.
Hay una cultura de inseguridad que se sostiene en base a creencias y desconocimiento nacida en los tomadores de decisiones y propagada al resto de la organización.
En pocas palabras, la identificación de peligros y control de riesgos es conocido y estudiado por todas las partes interesadas, pero son percibidos por los decisores como de baja ocurrencia y gravedad, como parte de una cultura de inseguridad.
Al percibirse un peligro como de bajo riesgo, se asumen riesgos, la gestión de esos riesgos no es prioritaria y no se consideran relevantes, y el sistema se torna inseguro.
La pobre percepción del riesgo es la clave de un sistema inseguro.
El concepto de “seguridad del paciente” es un “constructo” y, como tal, una idea abstracta e imposible de medir directamente.
Cumplimos con la normativa, colocamos algunos carteles visibles y capacitamos al personal para que cumpla con los procedimientos y algunas buenas prácticas de seguridad.
Todos quedan contentos y aparentemente seguros.
Se entrega al usuario del servicio una promesa de seguridad que generalmente no es más que eso, una apariencia, con algunos arreglos superficiales que maquillan una realidad compleja de garantizar desde una pobre percepción del riesgo.
Tristemente, la seguridad del paciente es una realidad de maquillaje en la mayor parte de los contextos sanitarios (seguramente con honrosas excepciones).
Sin un enfoque sistémico del problema, sin supervisión adecuada con QP (personas calificadas), sin indicadores monitoreados, sin gestión de la documentación, sin auditorías, sin caminatas de seguridad, sin gestión de CAPAs, sin responsables identificados de la gestión del bienestar y seguridad laboral en cualquier ámbito que consideremos estamos frente a una cultura de inseguridad.
Solo estamos hablando de “maquillaje” o de un “teatro de seguridad”.
No es muy distinto de lo que sucede en otros ámbitos.
El creador de la expresión "teatro de seguridad" (en inglés, security theater) es Bruce Schneier, un reconocido experto en seguridad y escritor estadounidense. Schneier acuñó este término en su libro Beyond Fear: Thinking Sensibly About Security in an Uncertain World (2003), donde lo utilizó para describir medidas de seguridad que se implementan más para dar una sensación de protección al público que para ofrecer una mejora real en la seguridad operativa. El concepto se refiere a acciones visibles pero ineficaces, diseñadas para tranquilizar a las personas y mantener las apariencias, en lugar de abordar riesgos reales de manera sustantiva. Aunque inicialmente lo aplicó al contexto de la seguridad aeroportuaria tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, el término se ha extendido a diversas industrias donde las medidas superficiales predominan sobre soluciones efectivas.
En las organizaciones de salud (hospitales, clínicas, consultorios, salas de estudios, salas de imágenes, etc.) de América Latina (y en muchos lugares más) no se ve claramente la importancia del tema y su alcance.
En general, la mayoría de las instituciones sanitarias en Latinoamérica, están en un estado de "teatro de seguridad".
La percepción del riesgo, por parte de los decisores, está sesgada, alterada, probablemente por desconocimiento o falta de entrenamiento. (Navaja de Hanlon)
Si lo anterior no fuera cierto, deberíamos ver en cada organigrama institucional responsables de la seguridad del paciente y del bienestar del personal de salud, con recursos asignados y adecuada ponderación en los procesos de decisión institucional.
El pensamiento basado en riesgo es parte de la construcción de cualquier proceso (norma ISO 9001-15) y representa el elemento cardinal al considerar la sustentabilidad de una organización.
Es donde la capacitación sigue teniendo importancia mayúscula como pilar de la gestión del cambio, aguardando que en algún momento se modifique esta cultura de seguridad de maquillaje.
Es como barrer bajo la alfombra, seguir acumulando silencios cómplices por las razones que sean, pero sin contribuir al mejoramiento del conjunto con visión en la mejora continua.
Todas las partes interesadas son testigos de la baja calidad de un proceso mal diseñado y los responsables de ellos son quienes empuñan la escoba con la mirada ciega de la alta dirección.
Los grandes perjudicados son el paciente y su familia con el personal de salud y su familia.
No duerme bien desde hace semanas y se lo comenta a sus compañeros más cercanos. Sin embargo, es el primero que está dispuesto a cubrir las horas extras de los demás porque necesita dinero.
El lugar de guarda de los medicamentos es un desorden y está lleno de ampollas parecidas.
El jefe de traumatología sigue gritando cada vez que algo no sale como él quiere en el quirófano, arremetiendo contra la integridad moral del personal a su cargo.
La lista continúa y se renueva en características y singularidades de nuevos peligros y riesgos.
De cuando en cuando, algún error humano activa el teatro y daña a un paciente.
Un nuevo culpable puede ser juzgado y el sistema vuelve a ser el teatro de seguridad de siempre.
El rey va desnudo
Dr. Mg. Carlos Alberto Marcheschi
Docente titular de la UNLP
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